Informaciòn

Lugares de interés
Desde la Piazza Duomo se puede contemplar la belleza y majestuosidad de la fachada de la Catedral dedicada a San Andrés Apóstol. Se trata de una enorme obra maestra, una minuciosa y esmerada obra de arte realizada con mosaicos y oro que cada día se ve realzada por la luz de los rayos del sol al incidir sobre las miles de teselas, haciéndola brillar y convirtiéndola en una de las bellezas más impactantes del Mediterráneo. Una majestuosidad extraordinaria creada por las hábiles manos de artesanos y artistas venecianos cuyos cartones preparatorios son obra de Domenico Morelli. En el tímpano se representa una escena del Apocalipsis de San Juan donde Cristo aparece arriba como emperador bizantino sentado en un trono y rodeado por los cuatro Evangelistas. Flanqueándole están los gobernantes de la tierra que le rinden homenaje inclinándose, mientras que abajo, 12 nichos archiacales encierran las figuras de los 12 apóstoles. Los 63 escalones que conducen a la Catedral son imprescindibles para visitar el interior: el triunfo de la policromía barroca, el mármol y el estuco le darán la bienvenida a uno de los lugares de culto más evocadores del sur de Italia. Completan la visita el Claustro del Paraíso, la antigua Basílica del Crucifijo con el Museo Diocesano anexo y la Cripta de San Andrés Apóstol, corazón palpitante de fe y devoción donde se conservan los restos del primer discípulo de Cristo.

Nociones generales
"El día del juicio final para los amalfitanos que vayan al cielo será un día como cualquier otro".
Así decía el poeta Renato Fucini, ensalzando la enorme belleza de la Divina Amalfi y su proximidad a las tierras del paraíso. Estos versos grabados en una placa del siglo XIX le recibirán nada más llegar a Amalfi, bajo la piedra viva de Porta Marina. Unos pasos más y llegarán a la cercana Piazza Duomo, donde ante sus ojos se alza el majestuoso Duomo di San Andrés, una obra maravillosa que atestigua el glorioso pasado de la República. Piazza Duomo es el corazón palpitante de la ciudad, crisol de culturas milenarias, encrucijada de pueblos y tierra de expertos navegantes. Amalfi, en el apogeo de su esplendor medieval, estaba habitada por mercaderes y marineros decididos a zarpar con barcos cargados de mercancías con destino a las ciudades más prestigiosas de Oriente. La gloria y el poder estaban marcados por el tintineo del famoso Tarì que sancionaba el comercio y afirmaba la poderosa economía mercantil de Amalfi en el Mediterráneo.
Amalfi ostenta el título de primera República Marítima junto con las ciudades de Pisa, Génova y Venecia, y también presume de haber dado a la luz a figuras prominentes que han hecho historia en el Mediterráneo, como Flavio Gioia, el perfeccionador de la brújula, cuya estatua en su memoria se eleva poderosamente a las afueras de la Piazza Duomo. La imponente obra se alza de espaldas al mar, con aspecto orgulloso y atento mientras sujeta entre sus manos la brújula, su mayor invento, señalando el norte con el dedo índice. Aún hoy su figura está velada por un espeso misterio, convirtiéndose así en uno de los símbolos identificativos de la ciudad junto con la cruz octogonal, estandarte de la antigua República Marítima de Amalfi y consagrándola como una de las perlas más preciosas del mundo.